lunes, 29 de abril de 2013

PACIENCIA EN DOSIS DE GENÉRICO

         Un lunes al sol de finales de Mayo es lo propio para un español de comienzos del siglo XXI. Más allá de los evocadores recuerdos a buen cine español, actividad de la que se podía disfrutar cuando uno podía disfrutar, es una realidad costumbrista en un país en el que el tiempo libre es el que más ocupamos en pensar cómo deshacernos de él.
         Entre ideas desesperadas, rocambolescas, sin sentido, nos devanamos los sesos tratando de dar esquinazo a ese duende que nos mantiene las neveras vacías, mientras nos flagelamos vilmente con las noticias que invaden todos los rincones de este mundo llenándola de diagnósticos de una enfermedad que parece nadie puede o no quiere curar.
          Estamos enfermos, sí. Somos como señoritos que hemos decidido disponer de un servicio doméstico que nos solucionara los problemas de la vida diaria y, tras sufrir un bucle que nos ha condenado de modo casi irreversible, ese mismo servicio nos tiene ahora a sus pies controlándonos la dieta, la cartera, nuestros vicios y, por si fuera poco, nuestro tiempo libre. Hemos alcanzado un punto en el que el servicio se fija su salario, sus vacaciones, sus disponibilidades y, encima, nos determina que hemos de ganar nosotros, a qué hora hemos de levantarnos. Incluso, se da el caso de que nos vemos obligados a pasar sin comer para poder pagarles sus derechos laborales.
         Ese fenómeno de esclavitud, abuso, coacción del sirviente se ha conseguido sin la intervención de ningún sindicato de clase pero con su connivencia, acabándose por convertir todos en una clase, sindical o no.
         Estamos enfermos, sí. Somos un grupo formado por millones de pacientes que estamos bajo el yugo de algo más de cientos de miles. Somos un grupo de millones que entregamos millones a esos cientos de miles y todo a cambio de unas vagas promesas de que llegará el día en el que podamos recuperar una copia de las llaves que abren las cerraduras de nuestras vidas, pero, jamás el original. Y, todo eso, lo vamos soportando con recetas low cost como la siempre infalible paciencia; eso sí, en los tiempos que corren, paciencia en cápsulas de genérico
        

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